5.28.2010

LA VIEJA CULIÁ


LA VIEJA CULIÁ

No hay clase social que le resista ni color de pelo o contextura que no somatice con esta señora chilena contemporánea. Tiene vida propia y se reproduce con el agua, como los gremlins, esa criatura mitológica de naturaleza malévola de la tradición sajona. Las hay feas y bonita, flacas y gordas, pueden ser señoras o jóvenes con alma de vieja culiá. Socialmente no tienen aspiraciones y económicamente siempre están rogando a Dios para que no les falte nada. La vieja culiá nunca invita a nada. No tiene chequera y es dependiente de todo. Cuando a una vieja culiá se le invita a un restaurante nunca pide lo más rico, sino lo más caro. Una vieja culiá jamás va a emprender nada, porque no existe la vieja culiá que sea emprendedora.

Si viven en casas barren la vereda sólo con la intención de conocer los movimientos de los vecinos. Si viven en departamentos, sacuden el mantel con las migas de pan por la ventana con la misma intención. Básicamente son sapas. Beben vino y arreglados, pero le hacen ojitos a la piscola. Cuando van de visita a otra casa, observan todo con detención, por envidia o para después contarle lo feo de la loza o lo mala que estuve la once a alguna otra bruja que también pertenece a su condición.

No saben que en el barrio o en el condominio les dicen viejas culias.

Algunas se defienden con vehemencia cuando alguien les hacen ver quienes son “culiá si, vieja no,” –repiten con los ojos inyectados de odio. Al final igual es una vieja culiá. El que la ofende (puede ser mujer u hombre), dice “la cago la vieja reculia”. Se entra entonces en una sublimación de la vieja culiá, que pasa a un estado u orden superior.

La vieja culiá vive y respira los mismos aires contaminados. Escucha las noticias y las comenta. Si sale el tema de la educación emite un gruñido que dice “ya no es como antes, les hubiera dado un palo a estos cabros desgraciados”, aunque no sepa un ápice de la reforma educacional. Si la contaminación aumenta sus niveles comenta “si ya esta bueno ya pues que contaminen”, mientras ella misma es la que quema las hojas de la vereda en preemergencia ambiental. Si trabaja en una oficina, la vieja culiá culi alguna otra bruja que tambibservan todo con detencilase social que le resista ni color de pelo o contextura que no somatice con esta señora chilena contemporanea. en vez de hacer caca en el baño de mujeres, lo hace en de hombres, sólo para fastidiar. Es cínica y sólo pide perdón cuando va a misa.

Al final uno termina queriendo a las viejas culias, porque en cada familia no hay una, sino varias, que con el tiempo son realmente más viejas que culias. Seguramente muchos tienen una madre o una abuela o una novia o una hija que será una vieja culiá de las bravas, un modelo clásico de vieja culiá.

Pero hay si una vieja culiá que es peligrosa. Es la que estando en esta categoría y viviendo como una profesional de su condición, asume un cargo medio en el gobierno, subdirectora de algo de baja monta o asesora de lo que sea. Una vieja culiá con poder es algo maligno y peligroso para la democracia. No lo sabe usar, utiliza el miedo como herramienta para mantener a los subalternos tranquilitos y manda a despedir sin asco a quien le moleste o se cruce en su camino. Una vieja culiá de estas características miente descaradamente y no le importa. Secretamente goza si alguien como Yasna Provoste es desechada de su cargo. A veces odia a las mujeres aunque por su discurso socialista pareciera que no. Puede o no casarse con un ministro. Si es así, la vieja culiá adquiere un poder demoníaco, tanto como el olor a caca que sale en cada una de sus decisiones. Este tipo de vieja culiá hay que mantenerla lejos, y las demás congéneres de este calificativo parecen una papilla para guagua al lado de esta bestia sin ética y sin moral.

Cuidado ciudadanos del mundo, mucho cuidado con esta vieja culiá.